Una de las metas más importantes de cualquier persona es, y siempre ha sido así, la mejora de su calidad de vida, lo que le ha llevado a investigar avances en la ciencia y la tecnología para intentar lograrlo. Fruto de ello ha sido el desarrollo de muchas áreas y herramientas que usamos en la actualidad, desde la simple rueda hasta la inteligencia artificial. Una de las características del ser humano es que nunca se encuentra satisfecho en este aspecto, lo cual está bien porque esta insatisfacción sirve como gran empuje para el progreso.
Recientemente, se está hablando mucho sobre biohacking, lo que nos suena como algo de ciencia ficción, ¿verdad? En realidad el biohacking es la gestión de la biología humana con objeto de ampliar las capacidades físicas y mentales del sujeto, utilizando una serie de técnicas médicas, nutricionales y electrónicas.
Esta idea se ha convertido en algo más amplio que solo el autodesarrollo, ya que ha crecido hasta convertirse en una tendencia cultural, científica y, para algunos adeptos, en un estilo de la vida.
- “¿No sois tan tontos como para desear ser un humano?” – pregunta Kevin Warwick uno de biohackers que empezó de experimentar con su cuerpo en los años 90.
- “Pues sí, deseo ser un humano pero me gustaría devolver a mi cuerpo el poder que tenía antes y el que perdió cuando las herramientas tecnológicas le hicieron doblegarse” – podría responderle Juanjo Tara, un ingeniero español que está trabajando en el sector del biohacking en Suecia en un proyecto llamado BioPay Dev.
Juanjo es el primer humano que ha hecho una transferencia de criptomonedas con solo acercar su mano a un lector NFC. ¿Cómo lo hizo? Ha implantado debajo de su piel un chip que le permite hacer “biopagos”. Un sencillo dispositivo consistente en una placa de Arduino y tecnología NFC conectados al ordenador permiten leer la información que envía el chip, con lo que pueden realizar ciertas operaciones de intercambio de información, como el programa que también ha desarrollado para gestionar las transferencias bancarias.
«¿De verdad te imaginas que en 20 años vamos a seguir llevando tarjetas de plástico en el bolsillo?» – pregunta Tara. Está seguro de que muy pronto será una cosa del pasado. «Imagina no tener que preocuparte por tu cartera, simplemente salir contigo mismo, pues al final somos nosotros los que debemos ser el centro de todo».
De momento, el chip, del tamaño de un grano de arroz, solo puede guardar la información para autentificación y necesita un software especial. Pero la idea es crear una herramienta que sea capaz de estructurar diferentes datos y darles diferentes usos desde un solo chip. Así la persona podrá llevar siempre toda su información como DNI, pasaporte, registros médicos, claves y números de tarjetas de crédito para poder usarla en cualquier momento y desde cualquier sitio.
Los chicos de BioPay Dev presentan su proyecto como un concepto en proceso de desarrollo, pero en realidad el biopago ya existe y está en uso, aunque nos quedan todavía muchas preguntas por resolver. Por ejemplo, una de las más importantes: la seguridad, porque su proyecto está desarrollado con código abierto, por lo que puede ser descargado, leído, repetido, modificado y … hackeado. ¿Se podría solucionar con la tecnología blockchain ya que la llaman la más segura de momento? Sí, pero aquí nos aparece otro problema: el de la Regulacion, una de las cuestiones más importantes en realidad debido a que la legislación vigente no contempla este tipo de soluciones y, además, los sistemas regulatorios están pensados para los modelos de banca convencional y, recientemente, los nuevos entornos Fintech; sin embargo, la filosofía que subyace en los sistemas desarrollados con la cadena de bloques es la desintermediación y la seguridad distribuida, algo que no cuadra con los estándares bancarios y de la administración central.
No obstante, donde hay datos importantes debe existir protección, regulación y control. Y este reto solo se puede afrontar colaborando biohacklabs, startups de software, entidades financieras de “nueva generación”, estructuras convencionales como bancos y gobiernos. Todos deben trabajar juntos para encontrar soluciones aceptables para un ecosistema que cada día se hace más complejo a pesar de que las herramientas tienden a simplificar las relaciones.
Hay que ser consciente de que el mundo está cambiando cada día, que el progreso corre a pesar de que lo frene una legislación poco previsora y que avances como el biohacking ya no se desarrollan en grandes compañías sino en laboratorios entusiastas, que el conocimiento está disponible para cualquiera y que los viejos modelos ya no funcionan. Para esto estamos aquí en la ola del progreso, trabajando en mejorar la vida financiera de cada uno, para desarrollar nuevas soluciones y cumplirlas, sin perder de vista los imperativos regulatorios y abiertos para que las soluciones de dinero digital lleguen a todas las personas. ¿Nos acompañas?